El valor de la comunicación en el trabajo del redactor freelance

30.08.2017

La comunicación que tenemos con nuestros clientes depende de nuestro profesionalismo, estilo de trabajo y responsabilidad con el proyecto que asumimos. Sin embargo, la manera en que dichos clientes se comunican con nosotros no depende de nosotros mismos. Es decir, nos podemos topar con personas totalmente diferentes a nosotros, con un estilo quizá más riguroso o más displicente.


Entre el trabajador freelance y sus clientes, la vía de comunicación principal es el email. Otras herramientas también son útiles, como por ejemplo la mensajería instantánea, llamadas telefónicas clásicas o vía Skype. Pero todas tienen algo en común, no son cara a cara. La comunicación siempre es virtual, por lo cual en la mayoría de los casos nunca conocemos a nuestro interlocutor.

Lo cierto es que al principio esto nos causa temor, luego se convierte en un eslabón clave de nuestro trabajo freelance. ¿Quién o quiénes se encuentran detrás de esa pantalla? ¿Son responsables? ¿Va a responder oportunamente a mis inquietudes?

Personalmente he tenido varios inconvenientes con el proceso de comunicación con mis clientes. El primer motivo de desacuerdo es que me obliguen a retrasar mi trabajo porque no me han entregado los temas a tiempo. Esto representa un problema de comunicación porque casi nunca recibimos una explicación al respecto. Enviamos email pidiendo que por favor nos digan en qué trabajar, y la respuesta a veces nunca llega.

Quienes son redactores como yo, saben que el tiempo es valioso, que necesitamos comenzar pronto para ir terminando un trabajo y para continuar con el otro. Por tal motivo, que nos dejen esperando es frustrante. Además, es común que estos mismos clientes que demoran nuestra producción, sean los más exigentes con la fecha de entrega.

Debo reconocer que en mi experiencia he sufrido más por mi personalidad que quizá por la mala actuación de mis clientes. Tuve clientes amables, con quienes la relación laboral y personal fue excelente, sin embargo, me dejaban esperando días por una respuesta e incluso por el pago. También, quienes parecían tener buena comunicación pero fallaban en los momentos claves.

Aclarando dudas

Ya sé que están pensando que hay personas un tanto más necias que otras. No obstante, cuando los redactores responsables recibimos un encargo, necesitamos estar claros en lo que desea el cliente que redactemos. Como he dicho, no estamos para perder el tiempo, que nos devuelvan el texto para revisión o que no queden conformes con este.

Es común que la persona encargada de la comunicación con nosotros no tenga la respuesta a la pregunta que hicimos. Generalmente, estas personas esperan a que alguien más les responda. No siempre es su culpa, pero otras veces están atiborradas de trabajo como para responder a tiempo.

Las principales dudas tienen que ver con el enfoque que debemos dar. Por ejemplo, tuve unos clientes a quienes les preocupaba demasiado lo que sus lectoras de Facebook opinaban sobre sus artículos. Me agobiaron con recomendaciones sobre lo delicado del tema, que podía crear polémica o que las lectoras se quejarían. Lo peor del caso es que ni ellos mismos eran capaces de proponer sus propios temas, yo lo hacía de gratis.

Comunicación frustrada


Como lo he dicho anteriormente, el email es la principal vía de comunicación a la hora de concretar el trabajo freelance. Les cuento cómo puede llegar a frustrar este tipo de intercambios. Envío un email que pone lo siguiente:

Saludos!

Les escribo porque hace unos días he colocado algunos temas en Gloogle Docs para su aprobación, sin embargo, aún siguen sin revisar. Espero que sean aprobados para comenzar a trabajar. Por favor, si puede ayudarme con esto.

Gracias. Feliz tarde!

La respuesta no llega, y los temas tampoco se aprueban. Pasan los días, se acerca el momento de entregar el trabajo y enviar la factura. El email se lo he enviado a la persona encargada de aprobar o no los temas. Me conviene hacer este trabajo, porque de eso vivo, así que vuelvo a escribir. Pasaron dos semanas, tres y luego meses; finalmente recibo el siguiente mensaje:

Hola Amanda!

Te he dicho que eso es con Fulana de Tal, por favor escríbele a ella.

No entendí el mensaje, estaba confundida, pero hice lo que me dijo. Reenvío el mensaje a la Fulana esta. Me di por vencida, deje de esperar a que me dieran una respuesta. Después de ocho meses, recibo el siguiente mensaje:

Hola Amanda!

Los temas que aparecen sin aprobación es porque todavía no decidimos que hacer con ellos. Se lo envíe a Mengana (La anterior remitente) para que me diga que hacer.

Un abrazo!

Como verán, la comunicación entre ellas es tan buena como lo es conmigo. Una me dijo que era con la otra, y viceversa. Después de 10 meses resolvieron este asunto, me aprobaron cuatro de los seis temas. Mientras esto ocurría, yo escribía otros artículos.

Fin de relación laboral

Terminar con un cliente no es precisamente un buen consejo. Lo que deseamos es tener más y más trabajo, no dejarlo. Sin embargo, algunos factores nos obligan a tomar esta decisión. Yo he tenido que dejar dos trabajos, el primero fue por razones económicas, el segundo también.

Con ambos había problemas de comunicación. Pero, el momento de terminar fue terrible. Al primero de ellos les envíe un email, comentándoles que tenía mucho trabajo, que estaba cansada y sin dinero. La idea era que me aumentaran el pago o me redujeran el trabajo, pero su respuesta no tuvo nada que ver con mi pregunta. Este cliente parecía no haber leído mi email, después de ello me despedí amablemente y él también fue muy cordial.

El segundo caso aún me sorprende. Estaba haciendo mucho trabajo de gratis, me pagaban 5€ por cada artículo de 700 palabras aproximadamente. Sin embargo, yo debía subirlos a WordPress, colocarle enlaces e imágenes, además, era responsable de hacer una lista de temas que ellos debían aprobar.

Ya de por sí la redacción vale más de 5€. Así, que después de un par de años les pedí modificar el estilo de trabajo. Sugería que me aumentaran el precio por artículo o que me eliminarán los otros detalles. Es decir, solo redacto y envío.

Después de mes y medio, no recibí respuesta alguna, hasta que recibo un email donde me pregunta si voy a seguir redactando. Me pareció una falta de respeto, le dije que había terminado los artículos que había quedado pendientes y ya me los habían pagado. Se sorprendió, lo que me dice que su comunicación interna deja mucho que desear, creí que eran profesionales. La relación se acabó, a Dios gracias.

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